¡Pareciera que retrocedemos, pero no!
Pareciera que retrocedemos pero no, lo que sucede es que la inercia que movió al país, a partir de los Acuerdos de paz, ya se agotó y no está dibujando un nuevo imaginario de país y su correspondiente liderazgo decidido a cargar a cuestas con esa responsabilidad hasta alcanzar su meta final.
El vacío generado por la falta de un nuevo acuerdo que goce de consenso social han querido llenar algunos falsos profetas, que sabedores de que el país vive en la desesperanza se han forjado una imagen de mesianismo para cautivar los sentimientos más nobles de la gente.
El país que tenemos es lo que es, porque las genereciones de jóvenes de los sesenta y setenta no nos resignamos a vivir en el oprobio y, en condiciones de desventaja absoluta, nos atrevimos a soñar y luchar por un país mejor. Dicho de otra manera, no nos creímos el cuento de que los jóvenes son el futuro y asumimos la responsabilidad de que los jóvenes éramos el presente.
Y cuando me refiero a la lucha, no lo hago en sinónimo de guerra, sino de lucha de ideas, de proyectos, el desafío alstatus quo aún en riesgo de la vida misma. Lucha en la calle para decirle al poder dominante lo que no querían oír y lo que los medios se negaban a publicar. Lucha de los comunicadores para que no se ignorara la realidad. Lucha en las urnas desafiando el fraude. Lucha en la finca, en la escuela, en la universidad, en el instituto, en la iglesia, en la cultura, en el arte, en la familia y trágicamente también lucha armada.
Las generaciones de jóvenes de los ochenta y noventa fueron apabulladas y asfixiadas por la guerra y su espacio para la acción les fue negado por la guerra misma.
La pregunta pertinente hoy en día es ¿cuál es el imaginario de país, para los que ya cumplieron 16 y están por cumplir los 36? ¿Quién le niega a esta generación su derecho a soñar y actuar? ¿Quiere esta generación un país mejor? ¡Asuman el costo! ¡Paguen el precio!.
El vacío sigue allí, El úlitmo ídolo no aguantó la prueba de fuego al ser expuesto a la luz del sol. Se derritió cual muñeco de cera como siempre fue.
A la generación de los jóvenes de los sesenta y los setenta no se nos puede pedir más, para bien o para mal, ya lo dimos todo.
La generación que moldeó en los últimos 50 años el país que tenemos llegó a su ocaso. La mayoría de los que sobreviven constituyen un puñado de retrógados, refugiados en trincheras agrietadas, averiadas y, para colmo, sin municiones. El resto, los que abandonamos la manada, liberales confesos e irredentos, nos divertimos y nos reímos de nosotros mismos y, ante todo, de los otros: La manada.
El vacío está allí, la oportunidad está allí: ¡El futuro está allí! Lo dicen los signos de los tiempos
Escrito por el señor Facundo Guardado y publicado en la prensa grafica del 21 junio 2011