Comparto este artículo que me pareció muy interesante para conocer un poco el origen de muchos de los apellidos de la oligarquía salvadoreña y haciendo crítica constructiva conocer las condiciones adversas que afrontaron en sus primeros años.
Ya las cagadas, injusticias, errores o barbaries que cometieron y siguen comentiendo será otro pisto, pero considero que esta historia vale la pena conocerla para tener un contexto histórico
Hace un siglo ya, en los estertores del Imperio Turco-Otomano, decenas de miles de libaneses, sirios y palestinos dejaron sus hogares y se embarcaron rumbo a América Latina. Casi todos los que recalaron en El Salvador eran palestinos, cristianos oriundos en Belén y alrededores. Por décadas, como en otros países latinoamericanos, ellos y sus descendientes fueron víctimas del racismo y el desprecio, pero eso no impidió que amasaran fortunas formidables.
“La calle de los turcos era otra vez la de antes, la de los tiempos en que los árabes de pantuflas y argollas en las orejas que recorrían el mundo cambiando guacamayas por chucherías hallaron en Macondo un buen recodo para descansar de su milenaria condición de gente trashumante”.
Cien años de Soledad, Gabriel García Márquez.
Nayib Bukele Ortez (1982, 24 de julio) es el político que hoy por hoy goza de mayor aceptación en El Salvador. Alcalde de la capital a los 32 años, hasta sus más acérrimos opositores —que no son pocos— admiten a regañadientes su popularidad, refrendada en cuanta encuesta se ha publicado en los últimos meses. Afuera tampoco le va mal: la prestigiosa revista Time lo incluyó en 2017 en su listado de ‘Líderes de la próxima generación’. Bukele es un millennial que aspira a convertirse en presidente de la República. Bukele es de ascendencia palestina.
Hoy, la tarde de un jueves de febrero del año 2017, va a recibir en su despacho de la exclusiva colonia Escalón, en San Salvador, a una delegación encabezada por Vera Baboun, la alcaldesa de Bethlehem (Belén), ciudad de la que migró la mayoría de los palestinos radicados en América Latina. Es un encuentro íntimo con una veintena de personas, gestionado por el Comité de Solidaridad por Palestina en El Salvador.
Vera Baboun está en una minigira centroamericana que la ha traído a Nicaragua —sede, por razones políticas, de la única embajada palestina en el istmo—, a Honduras y a El Salvador. Viene a despertar, estrechar y/o consolidar lazos para, entre otras cosas, tratar de que los nietos y bisnietos de quienes migraron hace un siglo tengan un papel más activo en el conflicto que enfrenta a Palestina con Israel.
La conversación es fluida y amable, de miradas sostenidas; parece que se han caído bien. La abuela paterna de Bukele era de Belén. Su apellido, Kattán, permanece entre los más sonados de aquella ciudad. Hablan sobre la arquitectura betlemita, sobre la ocupación israelí, sobre la restauración de la iglesia de la Natividad, sobre el artista Banksy… unos 40 minutos por todo. Al final, Bukele entrega a Vera Baboun un vistoso diploma que la reconoce como Huésped Distinguida de la Ciudad de San Salvador.
—La conexión con Belén no se puede medir con dinero ni con poder político, sino con sentimientos y amor —dice Bukele—. Es el lugar en el que nació nuestro señor Jesucristo y, en un ámbito personal, es donde nació mi abuela, que se vino a El Salvador con cinco años. La alcaldesa me ha contado que los Kattán son muy conocidos en Belén, y en mi familia ni sabíamos que aún había parientes con ese apellido en Belén. Es alegre saberlo.
Vera Baboun es católica y ha sido elegida por sus paisanos. Belén aún es la ciudad palestina donde viven más cristianos: unos 15 000. Pero tan sólo en El Salvador los miembros de la diáspora cuadruplican esa cifra, y la inmensa mayoría son cristianos. Aunque, claro, tal vez no sea esa su condición más significativa.
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