Una viejita cumple 100 años y se encuentra en su cocina festejando, ya que no tiene a nadie. De pronto, se le aparece un genio y, después del susto, el genio le dice:
- ¡Anciana, por haber cumplido 100 años le concederé tres deseos!
- ¡No lo puedo creer! ¡Qué felicidad! ¿Qué pediré, qué pediré? Ya sé:
Primero, quisiera tener 20 años y ser hermosa... Segundo, que este departamento esté lleno de joyas, dinero y como nuevo... Tercero, que conviertas a a mi fiel gato en un hombre joven y guapo que no se separe de mí en toda la vida... El genio cumple con sus deseos y se esfuma... Del baño aparece el joven, muy apuesto, y antes que la ex-anciana se arroje a su brazos él le dice:
- Una sola cosa quiero preguntarte... ¿No te arrepientes ahora de haberme castrado?