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Kelly es una joven salvadoreña que a sus 26 años lucha por superarse. Tiene discapacidad auditiva y su anhelo de superación es tal que pagó sus estudios de ingeniería en computación de la forma más inusual: recogiendo latas vacías que después vende. Ahora busca una oportunidad laboral para retomar sus estudios, al no poder continuar más con la recolección y venta de latas.Kelly es una joven con discapacidad auditiva y verbal que vive en San Martin y que para poder costearse los estudios de su tercer año de Ingeniería en Ciencias de la Computación en la universidad Francisco Gavidia se dedicó por mucho tiempo a recolectar latas vacías que luego vendía.Ella forma parte de las 600 mil personas (10% de la población) que sufren algún tipo de discapacidad de nacimiento o adquirida en nuestro país.Antes de vender latas para estudiar, Kelly laboró en dos empresas donde asegura era subestimada y se le trataba como una persona “inútil” por su discapacidad. Sus compañeros la ignoraban y no la dejaban participar en actividades colectivas a pesar que intentaba incorporarse y ser tomada en cuenta.En el primer trabajo fue despedida supuestamente —explica la joven— por no integrarse a un clima laboral, mismo que no le permitía aplicar todos sus conocimientos. Posteriormente ingresó a un restaurante de comida rápida, donde encontró otra clase de compañeros quienes se empeñaban por entender el lenguaje de señas, a pesar de las dificultades que eso implica.En su nuevo trabajo al principio todo caminaba muy bien, pero le limitaron sus capacidades y no le permitían desarrollarse dentro del restaurante, sólo en un área específica todo el tiempo, a pesar que las posiciones de trabajos eran rotativas para el resto de personal.El trabajo en el restaurante no le impedía continuar con sus estudios, por lo que en 2009 decidió renunciar e iniciar un nuevo camino en búsqueda de una mejor oportunidad laboral, misma que no ha aparecido hasta la fecha.Recolección de latasFue así como a pesar de encontrarse sin trabajo Kelly mantenía sus esperanzas en seguir estudiando. Al no tener un ingreso fijo optó por recoger latas para solventar sus gastos universitarios.De esa manera canceló $55 mensuales durante dos semestres de la universidad. Kelly recogía un promedio de entre tres a cinco libras de latas diarias en la universidad a la que asistía (Universidad Francisco Gavidia), lo que correspondía a $0.70 por libra y un ingreso mensual superiores a $100.Los fondos provenientes de las latas eran exclusivamente para sus estudios, los gastos del hogar eran suplidos por su madre, una maestra de literatura, madre soltera de dos hijos (incluyendo a Kelly) y jefa de hogar.Un día, las autoridades de la universidad privada se dieron cuenta que Kelly recogía las latas en el lugar y fue reprimida —asegura— incluso con agentes de seguridad del centro de estudios, a pesar que expresó su situación económica y el destino de los fondos de la venta de las latas (para costearse sus estudios), le prohibieron que realizara dicha actividad, argumentando el daño a la imagen del alma mater.Kelly afirma que siguió "clandestinamente" recogiendo las latas y en son de bromas afirma que “me hacía de los oídos sordos”, cuando el personal de seguridad le pedía que desistiera de sus labores. Sin embargo, llegó el día en que no pudo continuar con su fuente de ingresos y tuvo entonces que dejar de estudiar.Hasta el momento, Kelly se encuentra desempleada y ha abandonado sus estudios ante la insolvencia económica, aunque sigue recogiendo latas (en menor proporción), los fondos de las ventas de las mismas son destinados para ayudar en su hogar y comprarse algunos accesorios para su aprendizaje en las ciencias de la computación.Falta de educación laboralEl Consejo Nacional de la Atención Integral a la Persona con Discapacidad (Conaypd) es la institución estatal encargada de velar por el desarrollo de este sector y el fiel cumplimiento de la Ley de Equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad.Cecilia Jiménez, Encargada de Inserción Laboral del Personas con Discapacidad de (Conaypd), detalló que El Salvador no existe una cultura y educación laboral para emplear personas con discapacidad, incluso en ocasiones son vistas como “poco productivas”, pero en realidad no se busca el trabajo más adecuado para el individuo.“La ley dice que por cada 25 empleados debe haber una persona con discapacidad, eso no se cumple a cabalidad”, reiteró Jiménez.Jiménez afirma que no tienen cifras puntuales de cuantas personas con discapacidad están laborando y cuantas se encuentran desempleadas, pero reconoció que los esfuerzos por insertar a discapacitados en puestos laborales es mínimo comparado con la demanda del mercado.La representante del Conaypd expresó que su aporte consiste en apoyar a los empleadores en temas de adaptación, aprendizaje, accesibilida de infraestructura adecuada para las personas con discapacidad y que tengan las mejores condiciones de desarrollo, como cualquier otro salvadoreño.Apoyo de la empresa privadaLa Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI) desarrolla una serie de programas y capacitaciones en beneficio de la inserción laboral de personas con discapacidad y sus empleadores, como parte de su responsabilidad social y compromiso con este sector.Javier Simán, Presidente de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), afirmó que como empresarios están dispuestos a contratar a personas con discapacidad, pero una de las limitantes es que no existe un censo nacional de cuantas personas con discapacidad existen en el país y los tipos de discapacidades, para adecuar las ofertas laborales y escoger a la persona más idónea para el cargo.El empresario detalló que en este momento trabajan en dos iniciativas puntuales al respecto: ferias de empleo para personas discapacitadas mayores de25 años y capacitaciones y formación laboral a menores de 25 años, de esa manera prepararlos para las exigencias laborales del mercado salvadoreño.“Actualmente tenemos 700 mil empleos en el país, si la leyse cumpliera deberían haber 28 mil personas con discapacidad contratadas”, explicó Simán.El presidente de la ASI afirmó que las personas con discapacidad enfrentan otro tipo de problemas, aunque tengan trabajo no pueden acceder a ellos, debido a la falta de adecuación del transporte público, impedimento para lograr una vida digna a través de un empleo formal.Nota: Javier Simán invita a la población que posee alguna discapacidad a visitar las oficinas de la ASI, ubicadas en la calle Roma y Liverpol, colonia Roma en San Salvador o llamar al 2267-9200 con el Departamento de Bienestar Laboral de esta institución a cargo de José Marroquin, donde brindarán orientación para acceder a un empleo digno en cualquiera de las empresas del sector industrial del país.